Capítulo 2 UNA AMISTAD OLVIDADA
Habían pasado los años; y la mansión de la familia Bladewoods, se veía como si nunca les hubiera azotado la terrible tragedia, que los condujo ese día a la casa del señor Enrique.
Pero, como he dicho; la casa estaba completamente restauráda, Lucius y Mina, se encargaban de sus tareas principales; Mina, de educar a la pequeña Karui y Lucius, de administrar las ganancias de los negocios familiares.
La pequeña se había apegado a ellos, y ellos a ella; a su manera cada quien, y el día de hoy era el cumpleaños número siete de Karui; así que para premiar a la niña, Mina optó por dejarle el día libre, ya que siempre estudiaban y repasaban sus modales y refinamientos que, como persona de la nobleza debería tener la pequeña al ir creciendo.
Karui era muy bien portada y estudiosa, tenía las mejores notas que pudiera tener un infante a su edad, el único inconveniente de ella era, que poseía una curiosidad muy grande; se dispuso a encontrar todos los secretos que escondía su enorme hogar, no importase el tiempo que tardare. Era muy alegre y llena de vida; sin duda, una flor en el desierto, dirían algunos.
Una de las sirvientas entró a la habitación de la menor para intentar despertarla para que inicie su rutina matutina, pero al no conseguirlo la dejó dormir más.
- ¡Pequeño retoño de vida el que se nos ha encomendado cuidar! ¿no lo crees Lucius? (Se acercó hasta él sigilosamente, mientras pegaba sus pechos, para que el hombre los sintiera).
- Sabes, deberíamos aprovechar que la cría estará disfrutando de su cumpleaños fuera de la mansión. ¡Digo!... Podríamos; ¿no sé?, divertirnos en la recámara que se nos ha dejado. Desde que regresamos a este lugar, no la hemos utilizado y comienzo a aburrirme de ser una madre sustituta, podríamos al menos intentar gozar de lo que tenemos, mientras aún estamos con vida. (Puso su mano en la entrepierna de Él).
- ¡No empieces a molestar tan temprano, Mina!, ¡no tengo tiempo, para tus juegos extraños; y… No quiero que Karui nos encuentre de esta manera. Así que, te pido amablemente, que alejes tu mano resbalosa de mí; recuerda que, debemos cumplir con nuestros papeles como tutores de ella, y… Ya bastante me preocupa, que aprenda mañas de ti; ¡como esta! no quiero que tenga una perspectiva errónea de mí.(Dijo alejándose fríamente de ella.)
-Además; sabes que no le encuentro gracia a lo que es de tu interés. El sexo, es simple fricción de dos cuerpos; solo roses, no le hallo la gracia.
- ¿aooommmm? ¡Siempre eres tan aburrido mi querido Lucius! Pero, así me encantas, haces que te desee cada vez más niaaaa.... ¡Al menos, entretenme un rato por fav...! (Lucius le lanzó una mirada amenazante interrumpiendo sus palabras y en ese instante se oyeron pasos en dirección hacia la habitación donde se encontraban ellos).
- ¡Bien! ; como ordene su majestad...Me comportaré. (A regañadientes se acomodó en el sillón mientras tomaba un libro de la mesa que se encontraba a un lado de ella, comenzó a leerlo silenciosamente y en ese momento la pequeña entró corriendo en dirección hacia Lucius, este como de costumbre, se limitó a mirarla con ojos calmados).
- Jeje; Lucius, hoy ¿no iras a trabajar a la fábrica? (Preguntó risueña la chiquilla).
- No; tengo que salir a la ciudad vecina, así que no estaré en casa todo el día o al menos por la mañana, ya que regresaré para la tarde. (Le dedicó una media sonrisa).
- Aaah, está bien, quería que me llevaras a pasear al lago como las otras ocasiones cuando no vas a trabajar. (Dijo cabizbaja).
- Lo lamento, pero enserio debo atender asuntos importantes, si no fuera así te aseguro que te llevaría a donde me ordenaras, pequeña. (Colocó su mano, sobre la cabeza de la menor y acarició su corto cabello). – Pero, te puedo prometer que te traeré un regalo, por tu cumpleaños; no he olvidado que hoy es el día más importante de mi existencia, porque es el día que tu llegaste a este mundo. Tus padres estarían orgullosos, de la señorita en la que te estás convirtiendo, así, como yo lo estoy.
- Para mi, tu eres mi padre, aunque me digas siempre que no lo eres, jeje, eres lo único que tengo que, pueda acercarse a eso.
- ¡Ajám! (Carraspeó Mina desde su sillón, algo molesta por la falta de atención hacia ella).
- Ooh; y claro, por supuesto que no hay nadie más que tú, que se pueda comparar con una madre para mí; son lo más importante de mi vida jeje, gracias a los dos por siempre cuidarme. (Corrió en dirección a la mujer y la rodeó con sus pequeños brazos por la cintura, mientras re pegaba su rostro en las faldas de la ropa de la mujer). -¡Gracias Mina, les quiero mucho!
- Y nosotros a ti, pequeño retoño de vida, no creas que eh olvidado tu día especial; como obsequio, te permitiré que salgas a explorar tu sola esta vez; a donde tú quieras siempre y cuando regreses antes del atardecer, ¿Qué te parece? ¡¿Eeh?¡
- ¿Es enserio?, de...De verdad, ¿puedo hacerlo?
- ¡De ninguna manera! (Contestó algo cortante el hombre; aún, mirando los papeles que tenía esparcidos por el escritorio).
- ¿Aaah?, Pero...Yo realmente quiero....(Protestó torpemente la menor).
- He dicho que. (Fue interrumpido).
- ¡Claro, pequeña, puedes hacerlo! (Miró a Lucius de mala manera, y arqueó una céja.)
-¡Yo me encargo aquí, del gruñón este; tú, ve y diviértete, jeje! (Dijo agitando su mano, en señal de que saliera de la habitación. Mientras ella se acercaba hasta el escritorio, sentándose sobre los papeles y obteniendo así, la atención del mayordomo por fin).
La pequeña salió rápidamente de la mansión, en dirección al bosque, el cual estaba conformado por altas llanuras; Karui subió a lo más alto, y al fijar su vista en la dirección de la cual venía, pudo encontrar con la mirada la mansión. Desde donde se encontraba la pequeña, daba la apariencia de que esta fuese tan diminuta, que cupiese en la palma de su mano...
Karui siguió alejándose, hasta que la mansión se hizo tan pequeña al grado de que pareciera una hormiga nada más; estaba tan contenta que, no se percató de que había llegado a la entrada de una cueva.
Lo que la hízo detenerse de golpe fue; una fuerte ráfaga de viento que venía del interior de esta.
La niña al instante sintió un frío recorriéndole la columna vertebral, y todos los vellos de su frágil cuerpo se erizaron al instante; un terror se apoderó de ella, esfumando por completo la alegría que minutos atrás la había acompañado en su viaje a lo desconocido.
Y, un pensamiento pasó por su mente como rayo, al instante, la necesidad de correr en dirección contraria de donde se encontraba en ese preciso momento; quería volver a la mansión con tanta desesperación, que cuando menos se dio cuenta ya se encontraba bajando la sima de la colina por la que había subido tan entusiasmada, y por el terror y pánico que la habían invadido no se percató en el chico que venía a la lejanía, haciendo que chocaran ambos y cayeran rodando por lo que restaba de colina, yendo cuesta abajo .
Al impactar contra el suelo por última vez, Karui terminó encima del pequeño desconocido, que aparentaba algunos años más que ella.
Ambos algo magullados por la gran caída se miraron por unos instantes, ella miró a detalle las facciones del chico, este era de tez pálida, cabello corto color azabache, y ojos de el mismo color que su cabellera; estos, eran de un oscuro tan profundo que la pequeña quedo perdida en ellos por unos segundos.
Cuando se percató de su reacción se sorprendió a sí misma; y por otra parte el chico solo se sonrojó, apartando la mirada rápidamente.
- ¡Por amor del creador! ¿Es que no podría fijarse por dónde anda niña?, mire que por su descuido nos ha llevado a los dos cuesta abajo de nuevo, ahora deberé volver a empezar el recorrido para subir la colina. (Díjo masajeándose partes de su cuerpo donde se había golpeado por la caída).
- ¡Perdóneme, pero es que me eh espantado con algo realmente aterrador y eh corrido por instinto! ... ¡No fue mi intención llevarle conmigo en dirección contraria a la que se dirigía! Pero, ¡por favor no vaya a la sima de la montaña! (Habló con mirada suplicante).
-¿Y por qué no habría de subir? ¿Eeh? (Dijo el chico, con mirada indiferente hacia la pequeña).
-¡Es que...La...Haya... Bueno! (Titubeó torpemente la menor).
-¡Ja!... ¡Eso creí; las pequeñas malcriadas solo dan problemas, es muy fácil que se espanten por cualquier cosa! (Dijo en tono burlón).
-Bueno pero, ¿Qué es lo que hacía en la sima de la montaña una pequeña como usted sola?
-¡Es que hoy es mi cumpleaños, y mi tutora me ha dado permiso de salir a explorar los alrededores, jeje… Y, pues, digamos que me he asustado por una cueva que respira fuertemente! Jamás había presenciado tal acto en la naturaleza, me ha sorprendido en gran manera y...
-¡Déjeme adivinar! ha salido corriendo como alma que lleva el diablo... ¿Verdad? (Dijo, mientras la observaba de pies a cabeza).
-¡Puedo darme cuenta de que es de familia noble! ¿No cree que se alarmarán, si no la ven cerca de su hogar?
-¡No! como le digo, me han dado autorización para explorar los alrededores hasta antes del atardecer.
Los dos pequeños se miraron, y después de entablar unas cuantas palabras más, ambos decidieron subir la colina para inspeccionar el lugar.
Una vez que llegaron a la sima; el chico metió su mano en la bolsa de su abrigo y sacó una piedra verdaderamente hermosa color violeta, la colocó cerca de la entrada de la cueva y ésta dejó de respirar el aire de alrededor.
- ¡Vaya! ¡Pero... Si el aire... Ha cesado! ¿Cómo es eso posible? (Preguntó inocente, acercándose al chico).
- ¡Es una piedra especial! Mi padre me ha dado cientos de estas.
¡Son para repeler o contener las auras malignas de seres demoníacos! (Confesó algo serio). - Puede que algo malo habite en el interior de la cueva; y por eso, respira soltando auras negativas.
- ¡Es increíble; realmente fabuloso! (Exclamó mirando las demás piedras que el chico cargaba en la mochila, mientras él, sacába una del interior).
- Tome. (Le extendió la mano con una de las piedras).
-¿Enserio? ¿Me da una de esas? , pero, dijo que son de su padre...
-¡No importa, tengo muchas! y, además; tómelo como regalo por su cumpleaños, dijo que era hoy. ¿no?... (Le sonrió).
-¡Si!... (Tomó la piedra y comenzó a apreciarla con detenimiento).
-¡La cuidaré muy bien, gracias!
Ambos decidieron alejarse de la cueva y seguir conversando, encontraron un pequeño arroyo y jugaron en este por horas, después de jugar ambos esperaron a que sus ropas se secaran con los rayos del sol y una vez que pasó, se vistieron de nuevo.
(Karui y Azrra en la infancia).
El chico acompañó a la pequeña, hasta la parte baja de la montaña y se sentaron a apreciar la naturaleza, un rato después comenzó a atardecer, se despidieron y la pequeña regresó a la mansión.
Tomó un baño y se cambió el vestido, se arregló para esperar a Lucius en la sala principal mientras apreciaba la hermosa piedra que el chico le había dado; y sin darse cuenta, estaba sonriendo cuando recordó el nombre que el chico le mencionó .
-¡Azra… jeje! (Y, sin darse cuenta; el cansancio por las actividades de su día, la habían agotado tanto, que cayó dormida en el sillón de la inmensa sala).
Los años pasaron; Azra jugaba con Karui siempre que podía, hasta que un día simplemente no volvió a aparecer, y la pequeña creció olvidando esa hermosa amistad pensando que se debió en su tiempo a su basta imaginación.
(Karui años después).
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